La revolución sintética de Concepción: BYOAI en clave PyME

Chile vuelve a votar. Otra vez. Como diría el Coronel Valverde en una de sus rutinas ...estamos con resaca de democracia y mientras tanto los candidatos reciclan sus discursos. Se cambian las corbatas pero no lo verbos.

La Tercera publicó en junio de 2025 que el 72% de las promesas tecnológicas de campañas pasadas nunca se concretaron. Y, aun así, cada ciclo electoral nos presenta el mismo PowerPoint con tipografía nueva.

Mientras tanto, las empresas locales, deben pelear en una escenario menos glamoroso y más eficiente. Pienso en la empresa de logística de un mi vecino Mario y su idea de integrar la IA generativa todos los días. Sin plan nacional. Sin permisos institucionales. Solo por necesidad.

Según Microsoft (2024), el 78% de los trabajadores que usan IA la adoptaron por iniciativa propia, sin capacitación formal. María, jefa de operaciones, no lo hizo para “innovar”, sino para ganar tiempo: traduce contratos con DeepL, escribe correos en ChatGPT y genera reportes con Copilot.

Byung-Chul Han lo llamaría “supervivencia en la sociedad del cansancio”: optimizar energía para no colapsar. Franco “Bifo” Berardi, más punk, diría que es una micro rebelión contra el management lento. Para otros la autonomía digital no regulada. En el Biobío, simplemente le llaman “hacer la pega sin esperar que Santiago mande un memo”.

ChatGPT es mi nuevo colega

En el Biobío, la adopción de IA es silenciosa pero sostenida. Diario Concepción reportó que más del 40% de las PYMEs locales usan herramientas digitales no oficiales para tareas críticas.

No es futurismo, es martes. Aunque aún o se perciba cada día se vuelve una necesidad urgente preparar a tu equipo en el uso de estas nuevas tecnologías, GPT forma parte de tu equipo y no lo tienes integrado en tu planilla de sueldos..

Microsoft llama a esto BYOAI (Bring Your Own AI), y lo describe como “la integración no oficial de IA generativa por parte de empleados para resolver problemas inmediatos” (Work Trend Index, 2024).

Wired señala que este fenómeno está obligando a las empresas globales a crear políticas de IA a la carrera, para no quedar rezagadas frente a su propio personal.

Según mi tía Rosa, quien trabaja en logística, estima que la IA le ahorra unas 7 horas semanales. Ese tiempo no lo usa para ver Netflix: lo dedica a rediseñar rutas y reducir un 15% el gasto de combustible.

Bifo Berardi diría que esto es “reapropiarse del tiempo” —un concepto tan simple que cuesta creer que no figure en ningún plan de desarrollo regional.

Biobío 2026: ¿colapso o rediseño?

La proyección tiene dos guiones posibles. Escenario uno: seguimos igual. Subsidios que no encajan, industrias que se aferran a modelos caducos, universidades que preparan para empleos que ya no existen o nos ponemos a pensar de manera más colectiva y urgente.

Según el Diario Financiero (2025), más del 60% de los programas públicos de innovación regional no logran indicadores de impacto medibles.

Escenario dos: legitimamos lo que ya funciona. Creamos nodos BYOAI responsables, con capacitación exprés, protocolos de datos y pilotos en PYMEs con métricas claras de ahorro y productividad.

Tanto Microsoft y Fast Company coinciden en que las organizaciones que formalizan la IA “clandestina” no solo reducen riesgos, sino que multiplican el impacto inicial hasta por tres.

El Biobío podría liderar este giro, pero requiere asumir que la tecnología no se implementa por decreto, sino por hábito. En palabras de Byung-Chul Han: “La libertad no se concede; se ejerce”. Y en este caso, la tenemos que teclear.

La tecnología no espera votos

No hay promesa electoral que supere la velocidad de un script de Python o de una macro en Copilot.

El problema es que seguimos actuando como si la IA fuera un curso optativo y no el idioma del presente.

BBC Future advierte que las regiones que postergan la adopción de IA corren el riesgo de convertirse en “periferias digitales” en menos de cinco años.

En el Biobío, la IA ya trabaja de incógnito, y es bacán por la cantidad de divulgación que se logra percibir en distintos espacios de información. Lo que falta no es adopción, sino legitimación.

Un plan que reconozca que BYOAI no es amenaza, sino señal de que la innovación ocurre de abajo hacia arriba. Que entienda, como diría Berardi, que “el futuro no se espera, se hackea”.

Si lideras una PyME en el Biobío y ya usas IA “por tu cuenta”, cuéntalo.

Deja “BYOAI” en comentarios y te envío una guía práctica de adopción responsable en 5 pasos. Porque el futuro no pide permiso, y la única campaña que vale la pena es la que empieza en tu escritorio.

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